sábado, 12 de mayo de 2012

Para Santa Rosa...


Pensaba hoy en la situación que veníamos viviendo en la Argentina en los últimos 50 o 60 años, y de como se acostumbraron nuestros gobernantes a truncar planes de alcance, principalmente, social, por caprichos y arreglos políticos y económicos. 
Luego, empecé a achicar el espectro de visión y fui reduciéndolo hasta llegar a mi querida ciudad: Santa Rosa, La Pampa. 


Mi provincia, y principalmente mí ciudad, han sido siempre bastiones del Partido Justicialista, y yo fiel hijo de estas tierras, y como no podía ser de otro modo: Peronista, si así como suena, PERONISTA, de Perón y Evita. Pero, cuidado, a no equivocarse, que por serlo no quiere decir que sea simplemente un humilde masificado corriendo detrás de un ideal utópico que me llena de orgullo y engaña mi realidad diaria con un subsidio para lograr pagar algún servicio básico o llenar la olla por un par de días mas, antes de llegar al mate y pan seco de cena, que signa el resto del mes hasta llegar el momento de recaudar los frutos de mi constante trajinar diario; También he tenido la suerte, al principio, la constancia luego, y el acierto por el empecino mas tarde de leer la mayor cantidad posible: Perón, Evita, El Che, John William Cooke, San Martin, Sarmiento, Simón Bolívar, Napoleón, Homero, Hesíodo, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Lisias, Isócrates, Sócrates, Demóstenes, Platón, Hegel, Marx, Freud, Nietzsche, Schopenhauer, Engels, Feuerbach, Althusser, y también Hughes, Lenin, Stalin y hasta Hitler, Goering, Goebbels, Hess, Himmler y Bormann (si, hay que leer también al enemigo, para saber como piensa). 
Como pasa con los todos los sentimientos, y principalmente con el amor, no pueden ser explicados, porque como lo indica su palabra se sienten mas allá del cuerpo dentro de los componentes mas íntimos del ser, así es el verdadero y autentico peronismo, un sentimiento. Cuando uno se enamora no sabe exactamente explicar que le pasa, pero como dijo el genial Dolina: "el enamoramiento, la pasión, son patologías, solo enfermedades, cuando la fiebre pasa, y la enfermedad cede y finalmente desaparece queda lo verdadero, el amor", y así es con el verdadero militante peronista, quizá lo enamoro un candidato apasionado por la vocación de llegar a hacer, o el militante que un día golpeo la casa de sus padres y se sentó a charlar de política con ellos, ni siquiera importa la razón exacta que nos llevo a enamorarnos, yo honestamente ni lo recuerdo, quizá podría hasta fantasear románticamente con la idea de que soy el gaucho hachero de montes que buscó sindicarse en los tiempos de Evita, reencarnado, y por eso llore, siendo un infante apenas, que ni siquiera cursaba el jardín de 4, cuando mi viejo llego pálido y serio a anunciarnos que había fallecido el Pocho, y por ello durante hasta un par de años después de esto aun lloraba recordándolo cada vez que escuchaba la marcha peronista o a alguien decir: ¡PERON, PERON! <Quiero aclarar que es una anécdota cierta contada por mis padres, abuelos y tíos>. No se las razones y no logro razonar los motivos, solo canalizar el sentimiento. 
Esto me llevo a ingresar en la JPS (Juventud Peronista Secundarios) cuando cursaba el primer año del secundario, ese sentimiento de querer hacer y lograr un país mas grande en igualdades de oportunidades para todos, no lo se, ni me detengo a analizarlo, solo sé que fue cuando empecé a caminar mi ciudad, a conocer a mi gente, mis conciudadanos, a conocer la realidad de los barrios de mi ciudad por mi mismo, a saber quien era el que vivía la realidad de necesidades urgentes sin cubrir, en el trabajo, la salud, la educación. Me llevo a conocer a otros compañeros militantes, empapados con el mismo sudor de compromiso tácito asumido en pos de la persecución de un sueño, una hermosa utopía de una ciudad, una provincia, un país, Libre Justo y Soberano, una Argentina Popular Nacional y Federal. Han pasado muchos años ya de esos primeros, inseguros y titubeantes al principio, certeros solo a veces, pasos en la militancia social activa que me ha ocupado ya casi tres cuartos de mi vida, pero aprendí, de a poco, y sigo aprendiendo cotidianamente, me instruí cuanto y cuando pude, me adoctrine lo mas posible y entendí que dentro de un Movimiento, además de coincidencias deben haber discrepancias, las cuales, siendo discutidas, explicadas y consensuadas, fortalecen y engrandecen a cada individuo y a la organización en su conjunto, con ideas propias e individuales y tareas colectivas en aporte a lo que se busca: ser el que esta ahí, no para llevar, sino para ayudar a caminar; no para levantar, sino para ayudar a seguir de pie, no para enseñar sino, para ayudar a aprender, no para recibir y acaparar, sino para dar mas y mejor. 
Hoy, mi cuerpo, puede no ser el mismo que tenia hace 20 años atrás, pero mi espíritu y convicciones han crecido y se han fortalecido como nunca, aunados a una ínfima pizca de sabiduría que he logrado captar y transmitir. Hoy veo con mejores ojos hacia el futuro, no como una utopía imposible e inalcanzable, sino, como el vislumbre de un porvenir posible y no tan lejano. 
Empecé a militar en los albores de una democracia que traía el legado de 30.000 desaparecidos, una gigantesca deuda externa y el circo y la prostitución de los valores constitucionales mas básicos de nuestra nación y luche contra la debacle hacia el abismo por el cual nos llevaron las políticas de neoliberalismo despiadado de la década pasada, para ver, con desconfianza al principio, y con convicción después, como es posible aun recuperar la ilusión, revivir la esperanza, que no era uno mas de un pequeño grupo de locos movidos por la rebeldía constante y eterna, en mi caso nacida de la mixtura de tano, vasco, gallego y negro que conforma mi herencia, sino por gente con visión real de, no solo un futuro mejor, sino de como llegar a construirlo. Hoy vuelvo a ver, en mis hijos también, como la juventud ha vuelto a surgir con su debate rebelde, no solo porque hay futuro, sino porque se ven el y quieren ser parte su construcción.

Gabriel Dizeo

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